Hay días en los que el cuerpo pide moverse. Salir, mojarse, sujetar una cuerda, sentir la altura en las piernas o el agua en la cara. No hace falta hacer un gran viaje para vivir una experiencia intensa. A veces, unas horas en la montaña bastan para soltar el ruido, recuperar el foco o simplemente pasarlo bien sin pensar demasiado. Barrancos, ferratas, senderos que cruzan bosques y collados… Estas actividades no están pensadas solo para hacer deporte. Son para quienes buscan adrenalina, sí, pero también conexión. Para quienes disfrutan de lo físico, pero saben que hay algo más en cada paso, cada rápel o cada tramo de roca.